En tiempos convulsionados, con nuevas demandas sociales, las empresas empiezan a aumentar su atención y muchas viven este proceso con cierto temor a ser protagonistas de una situación no deseada. Sin embargo, es preciso que tomen consciencia de que tienen en sus estructuras parte de la solución: sus colaboradores.
¿De qué se trata? Los empleados son para las compañías la principal fuente de información, ellos tienen contacto con fraudes, casos de acosos, maltratos y más. Y, justamente, son ellos quienes pueden acercar la primera alerta. La clave es ofrecerles un canal seguro y anónimo para que puedan informar y, luego, generar una respuesta efectiva frente a los datos vertidos. Para gestionar todo esto existen las líneas de denuncia, una de las herramientas más funcionales y ágiles para combatir los males endémicos como la corrupción y otros delitos, además de los temas vinculares.
Se estima que 62 millones de trabajadores en los Estados Unidos fueron testigos de irregularidades dentro de su empresa en el último año (cerca del 50%, si se calcula que la fuerza laboral total ronda los 140 millones de colaboradores).
Por todo esto las líneas de denuncia intentan captar información sensible y delicada antes de que la misma llegue a Internet. Porque los colaboradores son una gran y voluminosa fuente de información, y contar con ellos potencia la posibilidad de detectar acciones externas e internas contra la organización, como los fraudes. Además, al contar sus experiencias son de gran ayuda para prevenir futuros delitos y pueden ser testigos en las investigaciones.
¿Cuál es la eficacia de estas líneas? Basta con ver los resultados que logró el gobierno de los Estados Unidos, que entre 1986 y 2016 recuperó casi 38 millones de dólares en fraudes contra el Estado por denuncias realizadas por ciudadanos. Al mismo tiempo, en el ámbito privado, el 43% de los fraudes se detectan vía denuncias. Por esto, es de esperar que en poco tiempo las administraciones latinoamericanas terminen de adoptar esta metodología para combatir definitivamente la corrupción, tanto en el ámbito empresarial como estatal.
La clave, como lo señalamos, es ofrecerle a los denunciantes el anonimato, porque esto será protección para él, pero también la garantía para que otros no duden a la hora de contar lo que saben en el futuro.
Fuente: Cronista